Me quedé mirando aquella multitud embarullada sabiendo que entre tantas personas, alguien me guiñaría la mirada para que todavía me quedara más tiempos contemplándolos.
Y así fue.
Casi todo lo que se pretende, al final se logra.
Pero en realidad el que me guiñó el ojo no era el que más me gustaba. Pero no siempre se puede elegir la compañía, a veces son los demás los que nos eligen. Aun así me quedé un buen tiempo contemplándolos a todos, por ver si alguien más deseaba guiñarme el otro ojo.
No, no hubo suerte.