El Amor se rompe, se acaba, se cambia, se desplaza de un corazón a otro. Pero los candados permanecen hasta nunca se sabe cuándo.
Un candado sí puede ser para toda la vida.
Cuando se rompe el amor ya nadie se acuerda en dónde dejó la llave del candado para abrirlo y tirarlo al olvido. Así que van quedando retos atados y aplazados, rastros, restos incluso que se van llenando de óxido.
Raúl y Ale ya no sabemos que tal están.
El cutre del MC no sabemos si se ha vuelto más fino.
El que añadía “oes” al final tampoco sabemos ahora si sigue sin saberse expresar bien.
¿Cuántos amores quedan de estos veinticinco? Posiblemente ya no lo sepan ni ellos mismos.
El amor es olvidadizo consigo mismo. Tiende a diluirse para desaparecer o para convertirse en otra cosa.
La belleza del amor radica en saberse adaptar a los cambios.
O no.