9.2.24

El peligro venía de atrás


Me parecía imposible descansar allí, sentado en el sofá, teniendo tamaño peligro encima y sobre mis espaldas. Lo vi una sola vez y ya me dije que allí yo… no me sentaba.

¿En qué momento se me caería encima todo lo que me está asomando amenazadamente desde la espalda, si yo de espaldas no veía nada de nada?

Había que anticiparse y pensé en cambiar el sofá de lugar, dejando al peligro solo, a su aire. Era eso o debía permanecer de pie, esperando a que alguien me atendiese, pues no estaba dispuesto a dejarme peligrosamente caer en el descanso, debajo de tamaño estropicio de azul y negro. ¿Y si se va cayendo a trozos… ¡aquello!?

Pero la espera se alargaba, oía ruidos suaves en la sala de al lado, pero nadie se acercaba a verme, ni tan siquiera para decirme lo que siempre se dice: —Enseguida le atendemos.

Miré dando vueltas a la habitación y quedé sorprendido. ¡¡No!!

Habían quitado la puerta de entrada, allí ya no había puerta de ninguna clase. Cuatro paredes encerradas, un sofá crema y un cuadro asesino. Todo blanco menos el sujetaculos y el cuadro azul y negro. ¿Y la puerta por la que yo he entrado?

—¿Pero y qué hago yo ahora aquí?— me dije casi gritando para dentro

Y en ese momento se movió el cuadro lentamente hacia un lado. Lo justo para asomarse una chica joven y casi artificial, para decirme que…: —Enseguida le atendemos.