8.3.24

¿Qué son los jeroglíficos como primera escritura del ser humano?


Vemos arriba unas inscripciones de jeroglíficos escritas o dibujadas sobre un sarcófago egipcio. La escritura jeroglífica se inventó en Egipto haca unos 5.300 años y se utilizó durante unos 3.600 años, hasta que el abecedario griego fue sustituyendo por utilidad lógica, una forma de expresión a base de dibujos, por otra con inscripciones que diferenciaba consonantes y vocales y quería transcribir la forma de hablar.

Hay que tener en cuenta que muy posiblemente fue la primera forma de escribir entre personas, de la que se tiene constancia. En ese periodo existía también la escritura cuneiforme que a base de similares trazos escribía principalmente en tres idiomas, el sumerio, acadio e hitita, aunque al final de su existencia terminó utilizando el sistema para intentar escribir en hasta 11 idiomas diferentes de la época. 

Nuestra primera forma de comunicación que ya no era solo oral, y estas formas de escribir aunque nos parezcan hoy casi inútiles, abría mucho los sistemas de comunicación sobre todo en contabilidad y economía, pues desde entonces aunque solo unas pocas personas pudieran leer y explicar lo que ponía, lo podían hacer aunque hubieran pasado años, décadas o siglos desde que se escribió. 

El discurso o la explicación oral necesitaba siempre de alguien que se lo supiera de memoria. Ahora con los inicios de la escritura, algo se podía explicar repetitivamente incluso por diferentes oradores. 

Los jeroglíficos eran dibujos cuya transcripción nos quiere decir "Grabados Sagrados" o "Palabras Divinas" pues se creía que este tipo de escritura reservado para grandes momentos, monumentos o personajes, la había enviado el Dios Thot, que era el Dios de la Sabiduría y el que hacía de secretario del resto de Dioses.

En el periodos clásicos de más actividad de los egipcios con los jeroglíficos, llegaban a utilizar unos 700 signos diferentes, pero si eso nos parece mucho debemos saber que en los últimos siglos de su uso, eran ya más de 5.000 los signos diferentes, que en realidad eran como palabras dibujadas.

Ellos representaban objetos, personas, siempre sin vocales, intentando que aquellos dibujos sonaran como se decían oralmente. Se podían escribir de derecha a izquierda o al revés, o de abajo arriba en vertical o en horizontal. Y había pocas pistas para saber de qué manera se tenían que leer. Por ejemplo una de ellas era observar los animales dibujados y según en la dirección en que estos miraban había que leer el texto.

Tenían también números pero curiosamente solo conocían o utilizaban el 1 y el 0. Escribir el 4 era poner cuatro veces el 1. Y para simplificar un poco sus formas utilizaban el 1, el 10, el 100, el 1.000. el 10.000, el 100.000 y el 1.000.000. Sería un sistema distinto para bastante similar el que todavía hoy conocemos como "Números Romanos".

Otro detalle para complicar la lectura estaba en que sus signos no guardaban un orden correcto. Sus trazos o dibujos a veces se "amontonaban" o se ponían distanciados los unos de los otros para buscar ahorro de espacio y una estética final en el texto. 

Si había que poner un 6 y se tenía que hacer con seis rayitas que dibujaban el 1, no siempre estaban las seis rayitas una detrás de otra, sino que podían poner cuatro juntas y las otras dos rayitas debajo de otra figura. 

Eran bloques imaginados que se leían dentro de cada bloque de arriba abajo, y según la mirada de los animales, del hacha o del ojo, hacia una dirección u otra. En la imagen de arriba se leía de izquierda a derecha como podemos observar al detectar hacia dónde miraban los animales, las hachas, etc.

Hasta el año 1799 no se sabía descifrar los jeroglíficos, pero la fortuna hizo que en aquel año se encontrara en Roseta (el Rashid) un gran trozo de una estela de diorita con unos decretos sobre la ascensión al trono de Ptolomeo V, y estaban los textos escritos en tres idiomas de aquellos tiempos. En jeroglifico, en demótico —que era otra escritura de la zona de Egipto— y en griego. 

Durante las tres décadas siguientes los intelectuales europeos se dedicaron a descifrar aquellos textos y a ir comparando lo que ponía en griego y demótico, buscando su transcripción en jeroglífico.