Ayer me reencontré de sopetón con la Lectura de Ficción que es una señora muy simpática y paciente; nos saludamos, me preguntó por mi estado de ánimo y le tuve que responder mintiéndole.
—Bien, ya ves, bien pues he vuelto— le dije para tranquilizarme.
Si he vuelto a leer ficción es que no estoy tan bien como me imagino. Normalmente leo bastante, pero ficción poco. Algo me está llevando hacia la vuelta de mis viejos tiempos, cuando leía todos los días en el autobús no un libro, sino varios.
Una por las mañanas que dejaba marcado para continuar la mañana siguiente, y otro para las tardes con el que hacía lo mismo.
No se necesita leer lo mismo por las mañana que por las tardes. Igual que no es lo mismo lo que se desayuna que lo que se cena. Cada hora requiere su parte distinta de alimento.
—¿Y te va a durar mucho esta vuelta a la normalidad?— me preguntó la Lectura de Ficción.
—Pues no lo sé, hasta que mejore de lo mío.
Lo curioso es que ni sé qué es lo mío, ni sé qué busco con este cambio. Pero me apetece emprenderlo de nuevo. Ahora viajar se ha puesto muy caro, y la forma mas barata de moverse del sitio es leyendo un libro que te transporte a otros mundos posibles o imposibles.
JP