31.10.13

Desenchufar es sentirse más libres. Y pagar menos

El anuncio es claro “hay que liberarse” para pagar menos por la electricidad. Hay que apagar los aparatos y quitar en standby de decenas de aparatos que quedan con la lucecita roja encendida y consumiendo. En el anuncio hablan de 80 euros al año de ahorro. Pero sobre todo es eficaz el diseño.

Desenchufar es sentirse libre. El tratamiento del dibujo esquematizado es casi perfecto.

27.10.13

Los cajeros automáticos están llenos de dolor


La crisis económica en España está creando auténticas penurias en los usuarios de los cajeros automáticos. ya no quedan libres para poder dormir por las noches. Parece broma, pero en Madrid sirve un paseo por las calles que no sean el cogollo más céntrico, el de los turistas, para ver la mediocridad, la grisura y el dolor, la actual imagen de la crisis y las penas sociales.

26.10.13

Prohibido subir los sueldos


Postigo nos lo dice claro, suben las posibilidades de salir de la recesión, pero no queda nada claro que salgamos los españoles de la crisis,. De que nosotros lleguemos a notar las mejoras, pues primero están “los dueños” para llevarse los brotes verdes.

18.10.13

Cartel de agua mineral y purgante Fina Santa Fé de Zaragoza


Entre las aguas medicinales de gran utilidad y conocimiento está la antigua agua mineral y purgante Fita Santa Fé de Zaragoza, de un manantial a pocos kilómetros de Zaragoza en el barrio de Santa Fé, pozo que todavía exista aunque lleve décadas sin ser utilizado.

Era un agua que se vendía embotellada en farmacias para problemas de hígado, reumatismo, estreñimiento, obesidad, riñón, estómago o hemorroides, al ser un agua que venía desde campos de yeso, muy llena de minerales de sodio y magnesio y declarada de utilidad pública. Os dejo un cartel de la mejor época del agua mineral Fina Santa Fé. 

14.10.13

El problema es que España sea un poco más respetada. Como en otros tiempos

Hace 30 años el genial Forges lo decía como si fuera hoy. Necesitamos un Gobierno que no de risa. Sobre todo en el mundo mundial, en Europa. Hay que hacerse respetar, conservar al menos el respeto logrado en tiempos pasados. España fue más respetada, sin duda, tenida en cuenta de muy diferente manera a como lo es hoy. Algo gordo habremos hecho muy mal a nivel social, de todos nosotros.

11.10.13

"Ficción" un relato corto de Alice Monro, Premio Nobel Literatura 2013


Una cuentista canadiense, Alice Monro, casi desconocida en España y tras bastantes ocasiones en la lista de premiables, ha conseguido al fin el Premio Nobel de Literatura 2013.

Es sobre todo un premio Nobel al cuento, al relato, a la condensación del escrito, a las historias complejas y poéticas que se concentran para incidir más sobre el lector.  En esta dirección podemos leer el relato “Ficción” de Alice Munro, que en exclusiva publica clarín.com del libro “Demasiada felicidad”.   Vemos ahora el inicio del relato.

FICCION  

Lo mejor del invierno era volver a casa en el coche, después de todo el día dando clases de música en los colegios de Rough River. Ya había oscurecido, y en la parte alta del pueblo quizá estaba nevando mientras la lluvia azotaba el coche por la carretera de la costa. Joyce dejó atrás los límites del pueblo y se internó en el bosque, y aunque era un bosque de verdad, con grandes abetos de Douglas y cedros, cada cincuenta metros más o menos había una casa habitada. 

Algunas personas tenían huertos; otras, ovejas o caballos, y había empresas como la de Jon, que restauraba y hacía muebles. También ofrecían servicios que se anunciaban junto a la carretera y en especial en esa parte del mundo: cartas del tarot, masajes con hierbas, resolución de conflictos. Algunos vivían en caravanas; otros se habían construido casas, con tejado de paja y extremos de troncos, y otros, como Jon y Joyce, estaban restaurando viejas casas de labranza. Había algo especial que a Joyce le encantaba ver mientras volvía a casa y entraba en su finca. 

En esa época mucha gente, incluso algunos habitantes de las casas con techo de paja, estaban instalando lo que llamaban puertas de patio, aun cuando, como Jon y Joyce, no tenían patio. No solían ponerles cortinas, y los dos rectángulos de luz parecían ser indicio o promesa de comodidad, de seguridad y abundancia. Por qué era así, más que con las ventanas corrientes, Joyce no lo sabía. Quizá se debiera a que la mayoría no servía solamente para asomarse sino que se abrían directamente a la oscuridad del bosque y a que exhibían el refugio del hogar con tanta ingenuidad. 

Gente cocinando o viendo la televisión, de cuerpo entero; escenas que la seducían, aunque sabía que las cosas no serían tan especiales dentro. Lo que Joyce veía cuando entraba en el sendero de su casa, sin pavimentar y encharcado, era el par de puertas de aquellas que había colocado Jon enmarcando el interior resplandeciente y a medio hacer. La escalera de mano, las estanterías de la cocina sin acabar, las escaleras al descubierto, la cálida madera iluminada por la bombilla que Jon colocaba para enfocar donde quisiera, dondequiera que estuviera trabajando. 

Se pasaba el día trabajando en su cobertizo, y cuando empezaba a oscurecer dejaba libre a la aprendiza y se ponía con las obras de la casa. Al oír el coche de Joyce volvía la cabeza hacia ella un momento, a modo de saludo. (continúa aquí…)