24.6.25

Tengo una semana jodida. Pero me voy acostumbrando


Tengo ventanas entreabiertas, como esta, ventanas a las que no me asomo en semanas, pero que siguen abiertas por si hay viandantes que se quieren asomar a leer algo. Sois pocos, muy pocos.

Bueno, yo llamo pocos visitantes a 1.000 ó 2.000 personas al mes, siempre comparados con otros lugares o ventanas más concurridos. Nunca he sabido qué cifra de gentes que se me asoman a las ventanas entreabiertas son las correctas, mejor dicho, las mínimas.

Llevo una semana jodida, rara, dolida, apagada. Los 69 años me cayeron mal, lo cual debe ser normal, es lógico, pero como no todos los días son iguales, no todas las semanas son positivas, cuando me siento mal con 69, recuerdo mi energía cuando me salían una mala semana con 40. Y todavía me jodo más. Es malo recordar.

Me alimento de películas más que de libros, aunque superan los 2.000 a mi alrededor. Una barbaridad. Casi todos sin leer, pero muy pocos sin consultar. Es que casi todos son para consultar. En los últimos año no es muy habitual comprar páginas de lectura literaria.

Ahora estoy con la idea de ampliar más todavía mi propio Museo Digital de Obras elegidas de Pintura. Hoy es fácil tener un Museo Propio de alto nivel, con las 50 mejores obras artísticas de la historia del Arte. 

Si se trata solo de disfrutar mirando, que sean digitales sale muy barato, pues comprar es imposible, je je je.


26.5.25

Tengo una paloma amiga, que me ha puesto los cuernos


Estoy en la terraza hablando con una paloma, y aunque ella me entiende perfectamente no es capaz de responderme. Me mira, gira la cabeza varias veces, no me pierde de vista a un par de palmos de distancia, pero no sabe hablarme. O yo no le entiendo del todo.

Cuando más atenta la tenía, cuando ya habíamos entrado en conversación unipersonal, y yo le hablaba del pan que le pongo, mojado para que no le raspe la garganta, a veces con algo de arroz cocido para cambiar de sabores, ha venido otra paloma que ya ni lo sé ni me importa si era paloma o palomo, y se han ido los dos sin despedirse.

Como es lógico y ante el despecho, he optado por retirarle las migas de pan que le había puesto en su caseta de comida. Conmigo esas faltas de respeto no, las mínimas. Y me he bajado a dejarlo por escrito, para aliviarme. 

Creo que subiré otra vez a volver a poner el pan. El amor entre palomas es lógico.